Bogotá, mayo 24 de 2015/CAPV. Desde que tienen memoria, los indígenas Inga de Yunguillo, al norte de Mocoa (Putumayo), han venido reclamando la ampliación de su resguardo.
Los taitas y mayores inculcaron en su comunidad que la tierra es una herencia de incalculable valor, no solo por lo que representa el suelo como signo de alimento y vida; sino por lo que significa nacer, crecer, vivir en un lugar donde se habla una misma lengua, se tiene una identidad y se es parte de una cultura.
Yunguillo, es un resguardo constituido por medio de Decreto Presidencial en 1953, que comprende 4.320 hectáreas, donde habitan 1.600 indígenas de 330 familias de los cabildos de Osococha, Tangarido y San Carlos, en área de los departamentos de Putumayo y Cauca, en el sur de Colombia.
La reclamación oficial de la ampliación se produjo en 1983 cuando un grupo de mayores dio inicio a los trámites ante el gobierno nacional, al considerar que las tierras localizadas entre la Bota Caucana y el Valle de Sibundoy, son solo una porción de la tierra a que tienen derecho pues ellos la habitan desde tiempos prehispánicos.
Para cumplir con su objetivo, comenzaron una carrera de trámites que incluían una variedad de documentos, asistieron a reuniones, visitaron predios, hicieron corrección tras corrección, sufrieron la devolución de papeles, realizaron estudios y vieron caer a muchos de sus compañeros defendiendo su suelo, sin que se cumpliera el sueño.
Gestionando ese terruño se pasaron tres décadas en las que vivieron los cambios en la vida nacional y en la forma de adelantar los propios trámites: empezaron cuando todo se hacía ‘empeñando la palabra’, siguieron con la escritura a mano alzada, aprendieron a teclear en la máquina de escribir, luego a manejar el computador y en los últimos años acudieron al sistema de posicionamiento global o GPS (por sus siglas en inglés) y otras nuevas tecnologías.
Por las minorías
En 2013, después de la mayoría de los líderes de la etnia habían renunciado al sueño colectivo, la tierra, recibieron la ayuda de Amazon Conservation Team (ACT), organización con sede en Virginia (Estados Unidos) que trabaja hace más de 20 años con indígenas en la Amazonia colombiana y en las cuencas de los ríos Caquetá y Putumayo.
Esta entidad, desarrolló un convenio de trabajo con la comunidad y el Instituto Colombiano de Desarrollo (Incoder) para apoyar los procedimientos de ampliación y constitución de resguardos previamente priorizados en la Comisión Nacional de Territorios en Caquetá y Putumayo, zonas de alta importancia para la conservación de la biodiversidad y para garantizar la integridad de los bosques.
Por supuesto, esto implicó más trámites en los dos últimos años: verificación de linderos, nuevos levantamientos cartográficos, solución a tenencias, requisitos, estudios para actualizar la información.
De esta forma, bajo su orientación, en los primeros días de mayo lograron lo que hasta entonces había sido un sueño imposible: la ampliación del territorio inga en 22 mil hectáreas.
De las 4.320 que tenían se pasó a 26.716 hectáreas , que cobijan los verdes valles de Sibundoy y parte de las montañas del Parque Nacional Natural Complejo Volcánico Doña Juana Cascabel.
Liliana Madrigal, co-fundadora del equipo ACT explicó desde Arlington (Virginia), que la decisión representa un avance importante en la implementación del Tribunal Constitucional (Decisión No. 004 de 2009), que salvaguarda la reclamación de las comunidades indígenas en situación de riesgo respecto a sus tierras tradicionales.
“La tribu Inga ahora incrementará su protección y derechos adicionales a su territorio, una zona cada vez más amenazada por las concesiones mineras y otros proyectos de desarrollo. Esto representa una enorme victoria, no sólo para las comunidades Inga, sino para la protección de una de las zonas del mundo más biodiversas, porque la expansión conectará al Parque Doña Juana Cascabel con el Parque Nacional Serranía de los Churumbelos y asegura una pieza importante del corredor Andes-Amazonas-Atlántico propuesto por el Presidente Santos”.
La organización seguirá vinculada con el Plan Integral de Vida del Pueblo Inga de Yunguillo y en el proceso técnico de ampliación del Resguardo y trabajarán hasta 2016 con nueve comunidades de Ingas, Sionas, Huitotos y Kametsa.
Para el equipo ACT, “La Amazonia no es sólo un lugar rico en diversidad biológica, sino también el hogar de cientos de grupos indígenas cuya relación intrínseca con el territorio aporta a mantener la integridad ecológica del mismo, y sus prácticas materiales y espirituales (cosmovisión) dependen de éste para su supervivencia”.
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